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OPINION

29 de agosto de 2012

EXODOS por el Padre Carlos Mateos

Se cumplieron el 23 de agosto doscientos años del éxodo jujeño y escuchando por radio a Fortunato Ramos-músico, historiador, poeta, maestro rural-jujeño y promotor del conocimiento del éxodo habló sobre asuntos riquísimos para la reflexión humana. Belgrano a la cabeza, los jujeños abandonaron la puna, la quebrada dejándole el territorio al godo. A cinco mil metros de altura, ante un terreno inhóspito, con hambre y sin el hombre de la tierra a quien venían a despojar, los españoles sufrieron la derrota más temible: quedaron solos con el territorio que desconocían y que los maltrato, porque al contrario que los habitantes naturales que ofrecen a la Pachamama su alimento con un gesto ancestral y le dan de comer reconociendo el vinculo vital que los une, el extranjero, el invasor solo quiere arrancarle, malamente, el vientre y su alimento a la madre tierra.
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Se cumplieron el 23 de agosto doscientos años del éxodo jujeño y escuchando por radio a Fortunato Ramos-músico, historiador, poeta, maestro rural-jujeño y promotor del conocimiento del éxodo habló sobre asuntos riquísimos para la reflexión humana. Belgrano a la cabeza, los jujeños abandonaron la puna, la quebrada dejándole el territorio al godo. A cinco mil metros de altura, ante un terreno inhóspito, con hambre y sin el hombre de la tierra a quien venían a despojar, los españoles sufrieron la derrota más temible: quedaron solos con  el territorio que desconocían y que los maltrato, porque al contrario que los habitantes naturales que ofrecen a la Pachamama su alimento con un gesto ancestral y le dan de comer reconociendo el vinculo vital que los une, el extranjero, el invasor solo quiere arrancarle, malamente, el vientre y su alimento a la madre tierra.

Hablaba este sabio hombre de nuestra tierra de los distintos éxodos humanos, desde el bíblico hasta los menores, incluyendo por supuesto la gesta jujeña. Y que todos los hombres necesitamos de estos éxodos permanentes en nuestra vida para saber quienes somos. Desde el simple éxodo desde nosotros mismo hacia el semejante para conocernos mejor o el cotidiano para salir a construir la comunidad juntos que siempre implica una salida hacia afuera de nosotros mismos, sin dejar de ser y pertenecer a lo que somos.

Evidentemente que hay éxodos, pequeños, cotidianos y largos, que nos hacen salir pero solo para manifestar nuestro deseo de posesión sobre el otro o los otros- el español así fue-pero que se observan en la vida cotidiana, en algunos hogares, grupos y por supuesto en grandes grupos ya de naciones o grupos económicos para dominar; de resentimientos para mostrar nuestra disconformidad con todo, etc. Dios nos libre de estos éxodos. 

Finalmente el creyente y, en forma análoga, quien despliega actividades humanas espirituales, salen de si y lo necesitan, para encontrar y cultivar el terreno del alma, ya que el otro lo poseen y vuelven a el cuando quieren, como los jujeños  a su quebrada, a su puna. Pero el saber alejarse como el éxodo jujeño, sabiendo que esa tierra les pertenece, o el alma religiosa en busca de Dios, en su templo,  en las escrituras, en las actividades que el mismo Cristo manda, es búsqueda de un territorio mas inasible, tan real como el otros pero que hay que dedicarle paciencia y tiempo y en ese dialogo, en esa búsqueda se llega a conocer el terreno espiritual como el material de la propia tierra. Para ambos se requiere tiempo y estar juntos. Y en ese estar juntos, cuando viene el godo, en Jujuy o el “malo” en el espíritu sabemos retirarnos para enseñarles a ambos, al invasor terreno y al espiritual que somos libres y que tenemos dueños: nuestra tierra y nuestro Dios.

Los católicos de la diócesis hacemos este domingo un pequeño éxodo a la Basílica de Luján para encontrarnos con el Señor Jesús y su Madre, la Virgen María.

Padre Carlos

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