Sábado 20 de Abril de 2024

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  • 20.1º

RELIGION

30 de octubre de 2013

TODOS LOS SANTOS Y DIFUNTOS - Escribe: Padre Carlos Arive

Durante dos días la Iglesia hace memoria viva de una sola realidad con dos caras o matices: el 1º de noviembre celebra Todos los Santos, o sea que se goza con la verdad de la Fe cristiana de que muchos hermanos nuestros ya han arribado a la Gloria de Dios, ya son bienaventurados eternamente y se han sumado al coro celestial que no cesa de alabar a su Señor: “Ellos mismos lo han vencido (al demonio, llamado acusador de nuestros hermanos), gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de el, porque despreciaron su vida hasta la muerte” (Apocalipsis 12, 11). Por eso en la liturgia terrena nos unimos a la liturgia celestial que canta la grandeza del Señor: “Alaben a nuestro Dios, ustedes sus servidores, los que lo temen, pequeños y grandes” Y oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una catarata y al estallido de violentos truenos. Y decían: “¡Aleluya!” Porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino. Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del cordero” (Apocalipsis 19, 5-7). Al vidente se le permite contemplar ya la Jerusalén celestial, que en el día de Todos los Santos anticipamos en la fe y que, en el Reino, es una realidad definitiva.
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Durante dos días la Iglesia hace memoria viva de una sola realidad con dos caras o matices: el 1º de noviembre celebra Todos los Santos, o sea que se goza con la verdad de la Fe cristiana de que muchos hermanos nuestros ya han arribado a la Gloria de Dios, ya son bienaventurados eternamente y se han sumado al coro celestial que no cesa de alabar a su Señor: “Ellos mismos lo han vencido (al demonio, llamado acusador de nuestros hermanos), gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de el, porque despreciaron su vida hasta la muerte” (Apocalipsis 12, 11). Por eso en la liturgia terrena nos unimos a la liturgia celestial que canta la grandeza del Señor: “Alaben a nuestro Dios, ustedes sus servidores, los que lo temen, pequeños y grandes” Y oí algo parecido al clamor de una enorme multitud, al estruendo de una catarata y al estallido de violentos truenos. Y decían: “¡Aleluya!” Porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, ha establecido su Reino. Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del cordero” (Apocalipsis 19, 5-7). Al vidente se le permite contemplar ya la Jerusalén celestial, que en el día de Todos los Santos anticipamos en la fe y que, en el Reino, es una realidad definitiva.

El día 2 de noviembre, día de todos los difuntos, ofrecemos el sacrificio eucarístico por todos los difuntos ya que, quienes no han llegado a la Patria y en la Comunión de los Santos nuestra oración, nuestras buenas obras, por intercesión de Cristo el único que intercede por nosotros ante el Padre, rogamos por nuestros queridos difuntos para que arriben a la Presencia de Dios. Tambien es un día de fe que guarda otro tono espiritual. Si el anterior es de gozo, de alegría, porque tenemos la esperanza de compartir la gloria de Dios junto a todos los santos, este es un día de reflexión, de pena: también un día nosotros estaremos en la situación de quienes hoy recordamos con fe; además, la pena vuelve ante el recuerdo de quienes amamos y nos han amado en esta vida, dándonos el tesoro mas grande que los seres humanos podemos brindarnos: la ternura, el perdón, la fe. Al recordarlos en el corazón, en la memoria o en nuestros ojos padecemos la distancia y la esperanza, al mismo tiempo, de compartir la resurrección y la vida eterna.

En síntesis tenemos dos días llenos de fe para rezar con gozo y esperanza: gozo porque al celebrar a Todos los Santos, celebramos no solo la victoria de Cristo sobre la muerte sino la vida derramada por el Señor a través de su Espíritu y ha hecho de nuestros hermanos bienaventurados testigos de su Reino en la historia; la esperanza de que nuestros seres queridos difuntos lleguen hasta esta vida bienaventurada y rezamos por ellos. Y esa esperanza es también nuestra de alcanzar un día esa patria luego de dejar este mundo. P. Carlos

Viernes 1º, dia de Todos los Santos, en la Capilla Sagrado Corazón, a las 18,00 hs. 

Sabado 2, en el Cementerio local a las 8,00 hs. 

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