Estamos celebrando, desde la fe, la victoria de Cristo sobre la muerte, la Pascua, esto es el “paso” de Dios entre nosotros, paso de esta vida, atravesando el valle de la muerte hacia la resurrección y Gloria. Dice la carta a los Filipenses: “El que era de condiciona divina…se anonado a si mismo tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres…se humillo hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso Dios lo exalto y le dio el Nombre que esta sobre todo nombre…” (2, 5-11).
Humildad viene de humus (tierra) y es una parte de nuestra condición: somos barro, tierra y tanto es así que cuando culmina nuestra vida ella nos absorbe. Hay una bella canción norteña “Vasija de barro” que antropológicamente describe esta condición nuestra. Y Aquel  que se hizo barro, tierra, pero la enriqueció con su divinidad hizo que la tierra abriera sus brazos y tomados de su mano partamos a la eternidad siendo barro, tierra pero “divinizados” por la vida del resucitado.
Ante los acontecimientos sucedidos en estos días, frente a la catástrofe natural de lluvia abundante, excesiva para la media conocida, debemos lamentar que olvidemos que somos barro. Alguien le ha hecho creer al hombre que conoce todo, que ya no tiene misterios y que, por lo tanto, puede explicar todo. Entonces cuando las cosas  se salen de madre, si las explicaciones razonables no alcanzan, se empiezan a echar responsabilidades y culpas con excesiva premura e inmadurez. Nos olvidamos que somos barro, y en vez de ponerse manos a la obra para ayudar a los caídos en desgracia, que lamentablemente son demasiados,   y perdiendo un tiempo precioso, tenemos el espectáculo, sobre todo en los medios de comunicación, del acuse profesional. Falta humildad.
Gracias a Dios no faltan ejemplos de solidaridad que se seguirán extendiendo en estos días. Que esta sea la oportunidad para trabajar todos juntos y comenzar un camino que nos reúna a todos para realizar la Patria de hermanos. Si la unión se realiza ante la catástrofe que siga en tiempo de ventura. Todos tenemos una condición que nos une y es que al ser barro, tierra, esto es frágiles, nos necesitamos todos, sin excepción, y esta es la raíz de la humildad que Cristo nos enseño con su vida y su palabra: “porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Mateo 32, 12). Por eso el Señor se humillo hasta la muerte  y muerte de cruz.
Pidamos al que venció la muerte que no ayude a no acusarnos unos a otros, sino más bien a servirnos los unos a los otros.
Este sábado a las 19,00 hs. rezaremos por las victimas de la catástrofe y por todos los damnificados, uniéndonos así al duelo decretado por las autoridades. Padre Carlos