Se cumplieron este 25 de setiembre los 30 años de las apariciones de la Virgen del Rosario de san Nicolás a una simple mujer de pueblo, Gladys Motta. Fue, otra vez, multitudinaria la asistencia a la misma. Sumamos a ella la beatificación del cura Brochero, la ya tradicional fiesta de la Virgen y el Señor del milagro en Salta, la Virgen de la Merced en Tucumán, la peregrinación desde Liniers al santuario Nacional de Lujan en el primer fin de semana de octubre y muchísimas manifestaciones mas del fervor religioso del pueblo argentino.

¿Qué significa todo esto? Es la respuesta del hombre que se convierte en buscador de Dios, ya que Dios ha salido a buscar al hombre. Viviendo el año de la fe, la verdadera cuestión no trata de creer que Dios existe, sino de creer que el hombre existe para Dios. Dicho de otro modo: ¿Se interesa Dios por el hombre? ¿Puede intervenir Dios en la historia delos hombres para su bien? Desde Abraham, nuestro padre en la fe, el primero que creyó en esta intervención de un Dios personal y se confío en el, la fe responde que SI. Tal fue la experiencia fundamental que dio origen a la tradición espiritual judía y en la que se injertó la tradición cristiano.

San Agustín, con respecto a la fe, sentenciaba: “Si lo entiendes, no es Dios” o lo que expresa Pascal: “Dios habla bien de Dios”. No estamos hablando de un problema de inteligencia, sino que la fe no es el objeto propio de la inteligencia, sino de la persona que se pregunta ¿por qué estoy en el mundo? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Hacia donde va mi existencia? ¿Por qué amo, por que sufro? ¿Qué puedo esperar después de la muerte? Estas respuestas, si se buscan con honestidad, nos ponen como Abraham en peregrinos de la fe, en buscadores de la verdad de la existencia, que con nuestra sola razón no alcanzamos. Y decimos que con nuestra sola razón, ya que como decía san Anselmo, “creo para entender y entiendo para creer”, por lo tanto,  la razón puesta como peregrina de la verdad es un instrumento indispensable para alcanzar la fe, aunque no tiene la ultima palabra: es toda la persona que debe enfrentarse con estas cuestiones y en su libertad decidir.

Mientras tanto tenemos estos testimonios de multitudes que, mas allá de lo que se analice sociológicamente, espiritualmente o incluso se las desprecie, nos muestran una realidad irrefutable: son peregrinos de Dios, buscadores de la paz y sentido que solo un Dios que se ha hecho hombre, que nos ha revelado que “su” Padre es “nuestro” Padre puede atraernos hacia si. Jesús mismo nos ha enseñado: “Cuando sea levantado en alto, sobre la tierra, atraeré a todos hacia mi” (Juan 12, 32).

La manifestación popular que se extiende a lo largo del año en lo largo y en lo ancho de nuestra patria, nos hablan de esta religiosidad de un Dios que nos solo se preocupa del hombre sino que es la búsqueda y respuesta de un pueblo, que nacido de Abraham, creyente en Cristo, en María, peregrina en respuesta al Dios viviente. De un Cristo viviente que sigue atrayendo hacia si a todo el pueblo, a t