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  • 20.1º

RELIGION

13 de febrero de 2013

EL SENTIDO DE LAS CENIZAS CON LA COMENZAMOS NUESTRA CUARESMA - por Padre Carlos Arive

¿Qué es la ceniza? ¿Cómo se origina? Muchos niños y jóvenes de nuestras ciudades ya no sabrían contestar estas preguntas, a diferencia de sus abuelos que cotidianamente cocinaban y templaban sus casas usando como combustible elementos que una vez quemados, quedan reducidos a cenizas. Es por eso que para nuestros mayores era evidente que la ceniza es un símbolo transparente de la fugacidad y fragilidad de la existencia: la vida es tan frágil que el fuego la reduce, en un abrir y cerrar de ojos, a un puñadito de cenizas. No sólo en el antiguo Israel, sino también en las culturas egipcia, árabe y griega, el gesto de esparcir(se) cenizas sobre la cabeza era expresión de profunda conmoción, congoja, queja y dolor ante una vida (la de alguien cercano y amado, o/y la propia) hecha ‘polvo’, convertida en polvo y cenizas. Entendemos entonces la profundidad de la primera de las fórmulas usadas en este día, al imponernos la ceniza y que retoma las palabras del Señor-Dios a Adán: recuerdaqueeres polvo y al polvo volverás.
Lea la nota completa haciendo click en el título.

El sentido de las cenizas con la cual comenzamos nuestra Cuaresma

1.- Fugacidad

¿Qué es la ceniza? ¿Cómo se origina? Muchos niños y jóvenes de  nuestras ciudades ya no sabrían contestar estas preguntas, a diferencia de sus abuelos que cotidianamente cocinaban y templaban sus casas usando como combustible elementos que una vez quemados, quedan reducidos a cenizas. Es por eso que para nuestros mayores era evidente que la ceniza es un símbolo transparente de la fugacidad y fragilidad de la existencia: la vida es tan frágil que el fuego la reduce, en un abrir y cerrar de ojos, a un puñadito de cenizas.  No sólo en el antiguo Israel, sino también en las culturas egipcia, árabe y griega, el gesto de esparcir(se) cenizas sobre la cabeza era expresión de profunda conmoción, congoja, queja y dolor ante una vida (la de alguien cercano y amado, o/y la propia) hecha ‘polvo’, convertida en polvo y cenizas.  Entendemos entonces la profundidad de la primera de las fórmulas usadas en este día, al imponernos la ceniza y que retoma las palabras del Señor-Dios a Adán: recuerdaqueeres polvo y al polvo volverás

2.- Purificación

Es natural que quien se interroga sobre la fugacidad de la existencia, ante la certeza de la muerte, se pregunte igualmente sobre el sentido que ha dado a su vida, repasando errores y horrores. Quien lo hace lealmente, descubre sus pecados, límites y transgresiones. La ceniza ha sido desde antiguo un símbolo del deseo de conversión, penitencia y purificación. Así vemos, por ejemplo, que en el antiquísimo libro hindú de los Vedas, un viejo mito relata como  Agni purificó todo su cuerpo con ceniza como expresión de sus deseos de borrar hasta la más mínima huella de los errores cometidos. Los antiguos romanos se bañaban con cenizas el día de año nuevo, para así empezar el nuevo año con total pureza. En muchos de los hogares de nuestros abuelos las cenizas eran usadas como un eficaz elemento de limpieza: una lejía fabricada con cenizas diluidas en agua, es muy útil para el lavado de la ropa y de la vajilla como también para la limpieza de los pavimentos de la casa, ¡con la gran ventaja, nada desdeñable, de ser biodegradable! 

3.- Cruz y cenizas

Como hijas e hijos de nuestra madre, la Iglesia, comenzamos el itinerario cuaresmal que nos llevará hacia la Pascua, dejando que se dibuje sobre nuestras cabezas una Cruz hecha con ceniza. Ese signo en sí mismo habla claramente, es como un sonoro y mudo grito pidiéndole a Jesucristo que nos purifique, que purifique nuestro corazón. Jesús es el misericordioso amor de Dios humanado, que asumió nuestra vida con toda su fugacidad. Jesús transformó nuestro polvo,- ¡el de Adán! -, al ser clavado en la Cruz, transfigurando este instrumento de  ignominia, odio y maldición en una señal de reconciliación y bendición: Al inclinar nuestra frente para que se trace sobre ella una bendita cruz de cenizas estamos sometiendo nuestra vida toda al humilde magisterio de la Cruz: nosotros anunciamos a Cristo crucificado,…, poder y sabiduría de Dios para los llamados, judíos o paganos. Pues la locura de Dios es más sabia que los hombres; y la debilidad de Dios, más fuerte que los hombres (1Cor 1,22-25)[1].

4.- Fecundidad

El amor misericordioso manifestado en la Cruz invita a todos a convertirse y creer en la Buena Noticia del Evangelio (Mc 1,15). La Cruz irradia todo el amor misericordioso que Dios nos puso de  manifiesto en Jesús, otorgándonos las fuerzas para reorientar nuestras vidas (es decir, convertirnos). La ceniza no sólo es señal de la fugacidad y fragilidad de la vida, ni sólo signo de dolor y penitencia, sino también señal de nueva fecundidad. De una vida que es frágil y fugaz, pero,…, poseedora de una inusitada fecundidad: en los viejos tiempos los campesinos usaban la ceniza como el más excelente de los abonos, porque sabían que aumenta la fecundidad de la tierra. El alto contenido en substancias minerales de la ceniza hace que el trigo crezca con mayor abundancia, otorgando pan al hambriento…

 

5.- Vida imperecedera e indestructible

Iluminados por este polifacético simbolismo de la ceniza podemos entonces concluir que quien recibe la imposición de las cenizas, le está pidiendo a Dios que su cuaresma sea un tiempo de conversión, purificación y fecundidad espiritual. Hacemos memoria de la fugacidad de la vida (es decir, de la muerte), pero para no olvidar que nuestra vida está llamada, en Cristo, a la inusitada fecundidad de la Resurrección: Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá (Jn 11,25). El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto (Jn 15,5).

 

Nota:el día 11 de febrero, día que la Iglesia celebra a la Virgen de Lourdes,  jornada mundial del enfermo, el papa Benedicto XVI ha comunicado a la Iglesia y al mundo que el día 20 de febrero, a partir de las 20,00 hs, la sede de Pedro queda vacante porque el ha renunciada a la misma debido a la notoria fragilidad que en los últimos tiempos ha sentido y en plena conciencia de su decisión, da un paso al costado para que la barca de Pedro, la Iglesia, sea regida por quienes los cardenales elijan en el próximo consistorio que se convocara en los primeros días de marzo.

Agradecemos a Benedicto XVI este acto de humildad y sencillez y nos invita a todos, en esta cuaresma, a ponernos en las manos de Dios con la misma humildad y sencillez.

 

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