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  • 20.1º

RELIGION

4 de abril de 2014

Padre Carlos: “Es fácil dejarse lavar los pies…lo difícil es dejarse lavar el corazón”

En la Ultima Cena Jesús lava los pies a sus discípulos, pero antes de hacerlo, Pedro, el primer Papa, tiene este dialogo con Jesús:
“Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mi?” Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”.
“No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavaras los pies a mi!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza”. (Juan 13, 6-9).

El servicio de Jesús a sus amigos, a los Apóstoles, tenia un sentido muy claro que era el estar limpios en su presencia. El Bautismo es el primer baño que nos hace Jesús, no solo porque nos limpia del pecado original, sino y, sobre todo, nos comunica la vida de hijos de Dios. Cuando volvemos a caer por nuestra fragilidad hay otro baño que, inspirados y guiados por el Espíritu Santo, nos hace acercarnos al sacramento de la confesión, como nos enseña la Iglesia, por medio de san Ambrosio:<br />
    “acerca de las dos conversiones  que, en la Iglesia, existen el agua y las lagrimas: el agua del Bautismo y las lagrimas de la Penitencia (o confesión)” (Catecismo nº 1429).<br />
Pedro se dejo lavar finalmente por Jesús, pero luego, al negarlo tres veces, (ver Lucas 22, 54-62) las lágrimas de la Penitencia lo volvieron a lavar, las lagrimas del arrepentimiento, ayudado por la gracia de Dios, lo dejaron nuevamente limpio y, así poder compartir la suerte del Señor. “Y saliendo afuera, lloró amargamente” (Lucas 22, 62). Es necesario salir afuera de nosotros mismos, como Pedro y saber llorar el mal del que somos protagonistas para quedar limpios. El sacramento de la reconciliación es el sacramento de la verdad, objetiva mi acción, Dios la perdona, y sobre todo me dice que tiene confianza en mí, que solamente no vuelva a repetir el acto malo y se compromete a ayudarnos con su gracia y con su corazón misericordioso a perdonarnos todas las veces que lo necesitemos. <br />
Es fácil dejarnos lavar por afuera, los pies, pero es difícil dejarse lavar de nuestras incoherencias, de nuestro interior. Pedro el primer Papa nos dio el ejemplo. Francisco, el actual, también nos lo enseña arrodajándose al sacramento de la reconciliación con la conciencia de ser un pecador. <br />
¿Y nosotros? ¿Nos dejaremos lavar? <br />
Miércoles 9 de abril: 19,30 hs. en el templo parroquial, Jesús lava los pies y el corazón. <br />

 

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